lunes, 26 de septiembre de 2011

GIGANTE

Es una escena mítica de la historia del cine americano: Hablan Liz Taylor y Rock Hudson, en el salón de su rancho texano. Ella le expresa lo que sintió horas antes en un bar de carretera, donde un camarero talla XXL le había dado una paliza a su ya veterano marido que había salido en defensa de sus parientes negros. “Cuando te vi caer me pareciste más grande que nunca, como un gigante...”.

Todos sabíamos que esta invicta racha acabaría tarde o temprano, siendo honestos más temprano que tarde. Por eso este liderato lo disfrutábamos relajados, como esos días de vacaciones que uno sabe que se acabarán, sin tiempo a acostumbrarnos, sin tiempo a aburrirnos.
Otros quizás habrían vivido con tensión las jornadas previas, enfadándose con los errores de sus jugadores, iniciando el cuestionamiento del técnico, entonando la acostumbrada letanía del “otro año igual” o del “fulano vete ya...”.
Ganar está bien, y eso de que te miren todos desde abajo, de que te digan “anda, ¿eh?”, de que te pongan como exagerado ejemplo de algún cambio. Pero ganar, a la larga cansa. Porque o ganas siempre y por siempre jamás (algo que hasta ahora nadie ha conseguido) o te dedicas a sufrir cuando no ganas, y eso son lo menos cuatro tardes en el año, demasiado para un corazón delicado como el del bético común. No, lo nuestro es el sufrimiento constante bien sobrellevado, una especie de reuma sentimental que no afecta al buen humor. Los dolores agudos de ciática, las esporádicas tardes de migraña, los cólicos nefríticos para los demás... y para nosotros la satisfacción de disfrutar con esos adversarios retorcidos por un dolor que nunca se acostumbran a soportar.


Decía Garmendia que él disfrutaba más cuando perdía el Sevilla que cuando ganaba el Betis, y es que bien visto, aunque perdamos semana tras semana, aunque encadenemos dos descensos consecutivos, aunque estuviésemos al borde de la extinción ¿Qué? ¿Acaso no ibamos a seguir siendo béticos? ¿Acaso no íbamos a seguir conservando esa camiseta desteñía por si algún día se presentaba la ocasión de volverla a lucir? Pues claro que sí. Y mientras tanto, desde nuestro butacón de reumático de sana sonrisa seguiríamos disfrutando de esas tardes en que el rival se lame las heridas tras caer desde una altura en la que no podía respirar...
Como Liz Taylor en aquella escena final, he contemplado con serenidad como mi Beti güeno perdía el primer partido contra un rival mediano, posiblemente rival directo a final de temporada. Pensé desde el principio que con la primera derrota llegaría la pérdida de ese liderato temporal, pero ha resultado que aún así, hemos seguido en lo alto de la clasificación. Qué grande, qué gigante...

Puede que esta sea la única ocasión de poder contar este chiste en unos años, pero ahí va:
El sevillista que se monta en un taxi y le dice al conductor “Lléveme al Lidl” y el taxista va y lo deja en la mismísima glorieta de Heliópolis...
Esta por lo menos ha tenido más de dos posturas...

2 comentarios:

  1. Hombre la verdad que todo betico pensara igual que Garmendia jejeje yo por ejemplo digo que no soy del betis sino de los equipos que juegan con el Sevilla , y es que mirar a la tabla y encontrarte a toda la liga BBVA por debajo tuya..... esperemos que no nos entre mucho vertigo ¡ jeje

    ResponderEliminar
  2. Como dice Sentir1907, esperemos que no nos entre vértigo de estar tan arriba..ja ja ;)

    Pero que buena sensación mirar a todos los equipos por el retrovisor :)

    Saludos

    ResponderEliminar